22 Metros Cuadrados de Tesoro
- mdehaquiz
- 28 sept 2022
- 1 Min. de lectura

Llevamos 4 meses viviendo en un nuevo lugar, aunque es más pequeño comparado con el apartamento anterior, tenemos más tierra. En el balcón de 22 metros cuadrados hemos logrado hacer una huerta en el centro de Bogotá. Voy a confesar que estoy sufriendo de vanidad, es difícil evitar mirar el pequeño jardín frecuentemente. Me llena de orgullo y ánimo cuando veo brotar las semillas que hemos sembrado. Qué maravillosa es la vida.

Cada mañana paso tiempo revisando la tierra, quitando hojas muertas, buscando bichos, y tomado fotos o videos (los que me siguen en Instagram tal vez ya están cansados de eso). Me sorprende la emoción que siento y expreso cuando veo un nuevo brote, o cuando se arrima un colibrí. La celebración fue grande cuando la planta de las papas nativas apareció de un momento a otro, ¡qué maravilla!

En este hogar, la tierra, el abono y las semillas, valen más que oro. Ahora el pronostico del clima cada mañana es el primer tema en el desayuno. Buscamos formas de atraer los amigos emplumados. El cultivo pequeño compite con los gatos en la galería de fotos del celular. ¡Cuánto hemos cambiado!
Cuidar de nuestra pequeña huerta es una forma de auto cuidado, es mi pequeño paraíso, un momento de meditación, una oportunidad de contemplación. Cómo no estar agradecida.
¿La mejor ganancia de todo esto? La paciencia. Cada planta tiene su ritmo, y hay que respetarlo. Cada flor tiene su cuidado, y hay que entenderlo. Qué difícil es ser paciente.

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